GR 7 entre el nacimiento del Segura y el Mirador de Juan León
Tras contemplar en el inicio la gran poza donde nace el río Segura, la ruta asciende entre pinares de pino laricio, pastizales, pequeñas vaguadas y roquedos muy rotos por la acción kárstica.
La ruta finaliza en un impresionante cortado desde el que descubrimos amplísimas panorámicas. A la izquierda, la cuerda del Banderillas y la Sierra de Cazorla. A la derecha destaca la cumbre del Yelmo y la sierra albaceteña de Alcaraz. De frente, lo más inmediato es la aldea abandonada de Los Centenares. Después, los telones de cumbres de la Sierra de Mirabuenos y la Sierra de la Villas, entre las que se ocultan el valle del Guadalquivir y el embalse del Tranco. Más allá, la vista se pierde en las llanuras de Castilla-La Mancha.
La zona es continuamente sobrevolada por buitres leonados y es muy abundante el muflón.
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Un cordero para gourmets
El municipio de Santiago-Pontones, por el que transita esta ruta, es uno de los más ganaderos de España. La oveja Segureña, que debe su nombre a la sierra y al río Segura, es una de las razas ibéricas oficialmente definidas, y una de las pocas que no se han visto afectadas por el proceso regresivo general de las razas ganaderas autóctonas. Es una de las mejores razas españolas como productora de carne, tanto por su elevado rendimiento como por el excelente sabor de sus corderos. Ello le ha valido la reciente obtención de la Indicación Geográfica Protegida como “Cordero de Segura y La Sagra”.
Es insustituible por su perfecta adaptación a nuestro clima y nuestra geografía. Es fácil de pastorear por su marcado carácter gregario. Posee un fuerte instinto maternal y una alta fertilidad. Es muy resistente a las enfermedades, crece con rapidez y es una raza muy andadora, virtud imprescindible en estas quebradas tierras.
Una parte importante de los ganaderos de Santiago-Pontones –sobre todo de la aldea de La Matea– siguen practicando la trashumancia. Cada invierno, cuando los pastos de las zonas altas de la Sierra no son aprovechables, emprenden el largo camino de bajada hacia los pastaderos de la Sierra Morena jiennense y manchega, donde las ovejas pasan varios meses alimentándose de los pastos propiciados por la benignidad del clima invernal de las tierras bajas. Cuando la primavera esté cumplida y agotados los pastos de esas zonas, harán el camino de vuelta a sus agostaderos de origen en la Sierra de Segura, donde los pastos comienzan a estar crecidos y jugosos y donde se alimentarán durante la primavera y el verano.